Espacio por la Libertad la Democracia y el Socialismio
FRENTE AMPLIO
Montevideo, 6 de junio de 2011
Llamamiento
¡UNIOS CAROS COMPATRIOTAS!
Si en el inicio de este documento afirmamos, siguiendo la consigna artiguista, que es tiempo de unirse, que es tiempo de cerrar filas, que la palabra de orden es unidad, sin duda se nos podrá contestar que tiempo de unidad es siempre, que la unidad es siempre una prioridad, y que no estamos diciendo nada nuevo.
Lo que pasa es que a menudo nos está ocurriendo que mientras pretendemos imponer nuestros puntos de vista a como sea, mientras sustituimos el intercambio de ideas y la búsqueda del consenso por el conteo de votos, mientras empezamos a mirar de reojo a compañeros porque se oponen a nuestro particular punto de vista, no vacilamos en gritar a una ¡viva la unidad!
Y una fuerza política como el FA, que contiene en su seno a la diversidad del pensamiento de izquierda, ni se construye ni se sostiene resolviendo sus diferencias de otra manera que no sea por la búsqueda tenaz del consenso. No es el FA una mera coalición electoral, donde la unidad reside en el simple hecho de la existencia de leyes electorales que permiten la acumulación de votos por sublema y donde a ese factor de conveniencia electoral se subordina toda otra cuestión litigiosa. En el FA la unidad descansa en la comunión ideológica que, con todas sus vertientes, construye en el aporte de todas ellas un programa común. Y una unidad con tales características solo ha sido posible a partir del consenso, y jamás podría sostenerse por la vía de la imposición, por más que tal imposición pudiera apoyarse en mayorías circunstanciales.
El consenso es trabajoso y requiere a menudo ceder posiciones y, sobre todo, partir del convencimiento que la contraposición de puntos de vista puede aproximarnos a posiciones comunes más cercanas a la verdad o al mejor resultado de nuestra acción política común.
Por eso afirmamos que sí, que la unidad tal como la comprendemos está en riesgo, y que no vale minimizarlo o cerrar los ojos.
Es necesario cerrar filas.
Si el FA ha sido desde sus orígenes la fuerza política expresión de lo más avanzado y progresista del pensamiento nacional, aquel capaz de recoger en toda su plenitud el ideario revolucionario de José Artigas, si fue su brega permanente la defensa de la libertad y de los derechos democráticos del pueblo, si se transformó en la esperanza de los humildes en su lucha permanente por la justicia social, la igualdad y la solidaridad, y si en brazos del pueblo alcanza el Gobierno y comienza a hacer realidad el ideario con el cual movilizó multitudes en jornadas inolvidables, como nunca su mensaje debe ser el de la unidad, ya no solo o simplemente la unidad de la fuerza política, sino la unidad del pueblo.
Esa unidad es absolutamente necesaria para continuar y profundizar el programa comprometido, y también porque nuevamente la derecha conservadora y restauradora de viejos privilegios hoy cuestionados seriamente en la medida de la continuidad del proyecto transformador que el FA encarna, se ha lanzado a una ofensiva para impedirlo en la que apela a todos sus recursos, a todos sus componentes, el del poder económico, el de sus sectores políticos, el de su poderoso complejo mediático, llegando a sumar incluso, en el colmo de la irresponsabilidad y la impudicia, a la derecha nostálgica golpista, civil y militar.
Esta ofensiva apunta por un lado a desprestigiar la obra de los gobiernos frenteamplistas, a poner en cuestión cada una de sus medidas, procurando simultáneamente borrar de la memoria popular sus propias responsabilidades en el desarrollo de una política económica de corte neoliberal que condujo al país a una de las mayores crisis de su historia, con un saldo de desocupación y miseria extrema para cientos de miles de compatriotas. Y no solo, porque procuran hacerse los desentendidos acerca de sus responsabilidades en el hecho de que en sus sucesivos gobiernos, por 20 años, se negaron a cumplir su ineludible obligación de investigar en la búsqueda de la verdad acerca de las desapariciones y las torturas generalizadas a que fueron sometidos miles de compatriotas bajo el imperio de la dictadura y el terrorismo de estado, y que debió acceder al gobierno el FA para que ese velo comenzara a descorrerse y la justicia comenzara a recobrar la plenitud de su carácter como poder independiente, sin cortapisas ni limitaciones.
Es una tarea difícil la de la derecha, porque los uruguayos no son tan cortos de memoria, y porque no hay manera de tapar la innegable realidad de que a partir del 1º de marzo de 2005 el país comenzó a cambiar y ya hoy el Uruguay es otro, mejor, con una mayor justicia social, con una tasa de desocupación en mínimos históricos, con una tasa de mortalidad infantil que comienza a equipararse con las menores de la región y del mundo, y con un crecimiento de la economía sostenido a lo largo de todo el período de gobierno del FA.
Si agregamos a estos resultados el restablecimiento pleno de las libertades democráticas, el avance en la legislación laboral, la extensión de los beneficios de la legislación social a sectores hasta ayer marginados y excluidos, tenemos un cuadro de situación que explica el renacer de la esperanza de nuestro pueblo.
Todo esto es sabido. No obstante es necesario pasar a la contraofensiva, sobre todo porque la campaña de desinformación desatada por los grandes medios de comunicación de masas, al servicio como siempre de los sectores privilegiados, pretende opacar los grandes cambios producidos en el país, utilizando para ello el problema de la seguridad pública generada por las formas violentas del delito, magnificando sus dimensiones, en particular los delitos cometidos por menores y adolescentes. El delito debe ser reprimido y castigado, cualquiera sea su naturaleza y cualquiera sea el delincuente, provenga de un asentamiento o se trate de algún personaje de cuello blanco dedicado al lavado de activos. Sin embargo hay mucha hipocresía en los sectores políticos del P. Colorado y del P. Nacional, que encabezan esta campaña centrada en los menores delincuentes, cuando son justamente esos sectores quienes desde el gobierno generaron con su política esos espacios de indigencia y exclusión social generadores de las formas violentas que el delito ha adquirido en estos tiempos.
Nuestra contraofensiva política no puede limitarse a reseñar con que país nos encontramos cuando Tabaré asumió la presidencia, los niveles de indigencia y de pobreza, el deterioro de la educación y de la atención a la salud, la falta de trabajo, en fin, tanta deuda social acumulada en los años del desgobierno de blancos y colorados. Tampoco basta la reseña de las primeras medidas de gobierno, en primer término la atención al desamparo, el Plan de Emergencia, el de Equidad, la universalización de las asignaciones familiares y el acceso a la salud, y luego las grandes reformas: el Sistema N. Integrado de Salud, la Reforma tributaria, el restablecimiento de los Consejos de Salarios y la ley de negociación colectiva y fuero sindical, el cumplimiento de la meta del 4,5% del PBI para la educación, la descentralización de la estructura del Estado con la creación de las alcaidías, el fuerte impulso a las inversiones de capital con fines productivos y de generación de empleos, entre tantos otros cambios producidos.
Se trata además, y tal vez más importante, de recordar cual sigue siendo nuestra hoja de ruta. Se trata de restablecer en la agenda social cuales son los ejes del cambio progresista hacia adelante.
En este período de gobierno nos hemos comprometido a eliminar definitivamente la indigencia y reducir drásticamente la pobreza, completando así los pasos en esa dirección dados ya en el anterior gobierno. Nos hemos comprometido a dar un fuerte impulso a la construcción de viviendas decorosas para la población de menores ingresos, y ya se ha puesto en marcha el Plan Juntos. En el camino del desarrollo sin duda se ha transformado hoy en una prioridad abordar colectivamente, desde el sistema político, los actores del proceso educativo, y las organizaciones sociales, los problemas y retrasos de la educación.
Nuestra hoja de ruta traza objetivos más ambiciosos. Nos proponemos salir de la dependencia económica y el subdesarrollo. Nos proponemos un país productivo con justicia social.
Somos concientes de las dificultades. Sabemos que la desigualdad social, la injusta distribución de la riqueza que el trabajo humano genera, es consecuencia del modo de producción capitalista imperante, por el cual el propietario de los medios de producción termina apropiándose, por su condición de tal, del valor del producto generado en el proceso de trabajo, valor muchas veces superior al salario con que se retribuye al trabajador. Sin embargo, en tanto el sistema capitalista no sea sustituido por un sistema socialmente justo, es la lucha de los trabajadores y sus organizaciones sindicales, apoyados como es nuestro caso, por un gobierno progresista partidario de una mayor justicia social, lo que puede generar, desde la política salarial, y desde la política tributaria y presupuestal, una redistribución de la riqueza capaz si no de eliminar, si de reducir la brecha existente entre la riqueza acumulada por los menos y la pobreza de los más.
Por otra parte, la política económica y el fomento a las inversiones de capital nos han posibilitado un crecimiento sostenido de la economía, la reducción drástica del desempleo, y nos coloca hoy en las mejores condiciones para pasar a una etapa de promoción de inversiones con la vista puesta en el desarrollo, es decir, la incorporación del máximo valor agregado a nuestros productos de exportación, y una política de industrialización que agregue a los renglones tradicionales lo proveniente de la innovación tecnológica, la biotecnología y las industrias de punta.
Nos resulta imprescindible reiterar lo del comienzo: es la hora de cerrar filas, el pueblo todo. Y no solo por la ofensiva de la derecha vernácula que procura restaurar el pasado. También porque el mundo vive una muy peligrosa coyuntura. La crisis internacional desatada en el 2008 a partir de las escandalosas especulaciones de bancos e instituciones financieras no sólo no se ha resuelto sino que se extendió a la economía en su conjunto, con coletazos que sacuden a las grandes potencias y que genera incertidumbres. Como históricamente ha sucedido en las crisis del capitalismo, se exacerba el carácter agresivo de la fase actual del sistema imperialista, en particular de los EEUU, acentuando una política de intervenciones militares, utilizando incluso en nombre de la “democracia” los peores métodos del terrorismo de estado, con el agravante de la pasividad, la neutralidad, y aun la complicidad de las NNUU. Nada de esto nos es ajeno. Somos un país pequeño, del tercer mundo, y es en la unidad interna, así como la de los pueblos y gobiernos progresistas de la región y del mundo que descansa nuestra seguridad y el derecho a nuestra autodeterminación.
Por último, y a manera de conclusión, formulamos las siguientes tres ponencias:
La primera. Saludamos públicamente el documento emitido por la Asociación de Madres y Familiares de detenidos desaparecidos, en torno a los caminos para desterrar la impunidad y acceder a la verdad y la justicia.
Lo apoyamos plenamente porque además marca el camino correcto, el único capaz de lograr el objetivo común a todos nosotros, y llamamos a todos los frenteamplistas y a todas nuestras estructuras a trabajar en las direcciones que el documento nos propone.
La segunda. Consideramos muy importante el documento del PIT-CNT presentado en oportunidad del 1º de Mayo, en torno a lo que entiende la central sindical debieran ser los ejes programáticos de la etapa, esto es la elaboración de un plan nacional de desarrollo con contenido estratégico, y un conjunto de propuestas destinadas a continuar y profundizar la política de redistribución progresiva de la riqueza. Creemos que es el punto de partida para un eventual acuerdo del movimiento sindical y nuestra fuerza política en esas direcciones, y proponemos trabajar por ello.
La tercera. Creemos que nuestro Frente debe continuar y culminar el proceso de debate iniciado en mayo del año pasado, debate que abarca su actualización programática, su estrategia política y su modo de funcionamiento. Consideramos que el documento sobre estrategia elaborado por la comisión respectiva del Plenario Nacional es un excelente insumo y que debiera ya comenzar su consideración por los comités de base, por los sectores políticos frenteamplistas y por todas aquellas expresiones organizadas del pueblo frenteamplista, de manera que, conocido y enriquecido con el aporte de todos, finalmente se transforme en la guía del accionar del Frente para toda la etapa.
Asimismo proponemos incluir aquellos temas programáticos centrales que permitan delinear el proyecto de país al que apuntamos desde la izquierda y para el que convocamos a las grandes mayorías nacionales. Señalamos a manera de ejemplo. las líneas del desarrollo nacional, la profundización y extensión de la democracia y su carácter participativo, el rol del estado, las formas de la propiedad de la tierra y de los medios de producción, la calidad y universalidad de la educación, entre otros.
Y en cuanto a los problemas de la estructura y el modo de funcionamiento del FA, insistimos en señalar que las actuales dificultades tienen raíces políticas y no estatutarias, y que los esfuerzos por resolver esas dificultades de funcionamiento por la vía del estatuto sólo se explican porque como lo hemos señalado más arriba, estamos renunciando a la búsqueda tenaz de los consensos, a elaborar políticas comunes cediendo muchas veces puntos de vista que nos son caros en aras de articular acuerdos. Y entonces, si esto es así y si tal práctica se consolida, es claro que el debate se centra entonces en la mejor distribución de fuerzas, según el criterio o la conveniencia de cada uno, en los organismos de decisión que el Frente se ha dado o se vaya a dar.
Por cierto todo lo que apunte a mejorar el modo de funcionamiento del Frente, agilitar sus respuestas a las urgencias de la vida política, y eso tanto en el seno de la sociedad como en el desarrollo de su labor de gobierno, democratizar y dar el mayor contenido participativo a la militancia frenteamplista, vitalizar los comités de base, todo eso es bienvenido y si los cambios estatutarios apuntan en esa dirección merecen todo el apoyo.
Pero reiteramos que como punto de partida los dirigentes políticos del FA, ya sea que integren el equipo de gobierno, el Parlamento nacional, o los gobiernos departamentales, así como el movimiento expresado en los comités de base, deben reafirmar el principio fundacional de los acuerdos consensuados para todos aquellos temas esenciales de su accionar político. Es el único camino por el cual el Frente será capaz de resolver sus diferencias, de preservar la unidad en la diversidad, y de responder a las esperanzas que el pueblo uruguayo depositó en él.
ESPACIO FRENTEAMPLISTA LIDES
Grupo Coordinador: Alexis Capobianco, Ruben Darío López, Aldo Scarpa, Luis Scarpa y Wladimir Turiansky.